Guitarricadelafuente publica ‘Desde las alturas’, un poema de vértigo y nostalgia

Published on 3 April 2020 at 16:43

Anemoia: “Sentir nostalgia por alguna época que no alcanzaste a conocer”. Buscar el término en un diccionario al uso dará por resultado la nada más absoluta, pero este término acuñado por el diseñador John Koenig en su Diccionario de las penas oscuras existe. Vaya si existe. Para muestra, un botón: las melodías de Álvaro Lafuente (Benicàssim, 1997). Apenas lleva un año instalado en el imaginario musical nacional y, en tiempo récord, las composiciones que ha desvelado a través de su nombre artístico, Guitarricadelafuente, ya se han vuelto sinónimo del melancólico vocablo.

 

 Lafuente se coló entre las grietas de una mediática académica, la de Operación Triunfo, gracias a una de sus aventajadas alumnas. Natalia Lacunza entonó en su primer sencillo en solitario una Nana triste junto al cantante y once millones de personas acudieron a la llamada para pedirle más. Consiguieron un himno generacional que también es un antídoto para la nostalgia estival, Guantanamera, con la única ayuda de una voz quebrada y su leal guitarra española. Aquel sonido que invocaba a guajiras perdidas y domingos de ropa mojada –según el vídeo que lo ilustró, en el pueblo aragonés de Cuevas del Cañart, del que es oriunda su familia– se metieron en millares de playlists y su nombre, al ritmo, comenzaba a sonar en pequeñas salas locales para ir creciendo a audiencias masivas.

 

En uno de esos grandes espacios a los que empezaba a frecuentarse, el Teatro Circo Price de Madrid (con un aforo de 2.200 personas), debía estar Guitarricadelafuente este 3 de abril. Las entradas se habían agotado en apenas tres horas, y a Guantanamera se habían sumado otras canciones de verano tardío. El conticinio, ABC, Agua y mezcal, Sixtinain y hasta su hipnótica versión de Catalina, que Rosalía popularizase en su ya eterno Los Ángeles (Universal, 2017). Pero esta tarde de primavera, como casi todos los millones de almas que pueblan España, Lafuente se queda en casa. 

 

Eso no significa que su mente y su guitarra se hayan quedado en letargo, y prueba de ello es la melodía que hoy presenta en este valle de hastío que supone para tantos el confinamiento. Desde las alturas, compuesta por él y producida por Raül Refree –quien hizo lo propio en ese Catalina de líneas atrás–, es una oda a las cosas que pasan y que uno no esperaba. En su vértigo, el viaje que ha experimentado desde que todo empezara a girar más rápido que su cabeza. “La primera idea de la canción nació en un punto en el que lo veía todo vertiginoso y un poco abrumador”, confiesa. “Me veía en una situación que me habría parecido inimaginable tiempo atrás, pero que en cambio había soñado. Siempre he dado gracias por todo lo que tengo y esta canción empezó como una forma de hacerlo y de ver las cosas en perspectiva, desde un lugar puro que te permita ver con claridad”. 

 

Esa claridad es el rito inicial que se escucha en un videoclip dirigido por Pedro Artola, y es el comienzo de una jota con raíces familiares. “Yo nací en Benicàssim pero toda mi familia es aragonesa, y es algo que tengo muy arraigado en mí. La jota me recuerda a mis abuelos y a mi primer contacto con la música escuchando sonar la bandurria en casa de mi abuela y por las megafonías del pueblo”.

 

Entre las escenas del vídeo aparece la de un niño subido a una escalera intentando alcanzar algo a lo que no llega, unos niños jugando con una cometa hecha de billetes de pesetas, un niño hartándose de comer helado. “A veces queremos más de lo que tenemos y el hecho de no alcanzarlo nos impide ser felices y aprender a valorar las cosas”, explica Lafuente. Para Pedro Artola, “Desde las alturas es una canción sobre agradecer. Ser agradecido. No importa lo bien o mal que pensemos que nos está yendo. En el momento es complicado, obviamente, pero es importante ser capaces o al menos intentar salir de este estado mental, entrar en perspectiva, en altura, y decir gracias”. Sea como fuere, y de nuevo flanqueado por la guitarra, Guitarricadelafuente despliega su talento para transportarnos a un lugar, quizás no tan feliz como sus himnos previos, que muchos vivimos cuando éramos niños. Como el que juega en la bañera invocando al Gummo de Harmony Korine. O esos que juegan en la tierra, ingenuos y traviesos sin relojes ni ataduras. O como ese que ha crecido en años y madurez, y yace adulto en un bosque lúgubre ya sin rastro de bisoñez, frente a un incendio purgante.

 

Con una producción más ambiciosas que sus vídeos previos –“hasta el momento lo hemos hecho todo entre amigos”, bromean ambos–, a la pieza audiovisual se suma el trabajo gráfico de Ignasi Monreal, que firma la portada del sencillo y hará lo propio con lo que será su primer álbum discográfico. "Me encanta cuando escucho una canción y que junto a lo que escuchas, lo que te entra por los ojos pueda llevarte al mismo lugar. Sigo el trabajo de Ignasi desde hace tiempo, y creo que tiene un mundo de belleza surrealista único. Le propusimos hacer el proyecto, unimos las referencias que teníamos y salió esta ilustración”, describe sobre la imagen de un niño colgado de las alturas sobre una ciudad de cerámica. Un mundo imaginario para que soñar en tiempos de encierro no sea una tarea –al menos tan– ardua.

Add comment

Comments

There are no comments yet.